Por Noel Manzanares Blanco
En el discurso por la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, pronunciado el 1ro. de mayo del 2000, el Presidente Fidel Castro se refirió a lo que considero la síntesis de su percepción acerca de la interrogante del presente título, al definir:
En el discurso por la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, pronunciado el 1ro. de mayo del 2000, el Presidente Fidel Castro se refirió a lo que considero la síntesis de su percepción acerca de la interrogante del presente título, al definir:
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado…; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos…; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio…; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas…, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.
Así, desde el punto de vista teórico, salta a la vista la rigurosa correspondencia de la formulación fidelista con el modo de concebir Marx y Engels el progreso social. Si no, fíjese usted en lo que al respecto escribieron esos dos Grandes Maestros de los pueblos:
“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de ajustarse la realidad –plantean ellos en La ideología Alemana--. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual…”.
A no dudar, la coincidencia entre ambas percepciones es tanto más significativa por cuanto ellas encierran la esencialidad del concepto de Revolución: me refiero a la exigencia de cambiar todo lo cambiable, desde la perspectiva de asumir al comunismo como proceso que anula y supera lo negativo en la transformación social.
No obstante, lo más importante en la definición de marras lo hallo en su terrenalidad, en su ajuste al devenir histórico.
Desde mi ángulo de mira, la praxis de la Revolución Cubana corrobora cómo la emancipación de los pueblos es, en primerísimo lugar, obra de sus esfuerzos propios, sin que ello niegue la valía de la solidaridad foránea.
Asimismo, considero que las primeras cuatro décadas y media de la Revolución cubana corrobora cómo la sobrevivencia incluye la insoslayable exigencia de defender a los valores asumidos, sin importar el precio a pagar. He aquí un porqué de nuestra actitud ante “el Norte revuelto y brutal”.
Como si fuera poco lo expresado, opino que también la Revolución cubana corrobora cómo el acompañamiento popular que exhibe se debe en medida nada despreciable al hecho de que jamás ha mentido –valiosísimo principio ético--, lo que no contradice la máxima de José Martí acerca de las cosas que para lograrlas han de andar ocultas.
Además, sostengo que si la Revolución cubana llega hasta aquí con perspectivas de éxitos y más éxitos ello se ha debido, básicamente, a la convicción patriótico-revolucionario-socialista de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar a la verdad y a las ideas.
Empero, quizás lo marcadamente trascendente de cómo percibe el Presidente Fidel Castro a la Revolución se encuentre en la decisión de luchar, luchar y luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, cual reflejo del empeño sostenido por construir la dignidad, la equidad y la felicidad para todas las personas del Universo.
En suma, estoy convencido de que lo fundamental es asumir la Revolución como la posibilidad de edificar un apotegma martiano: “Patria es humanidad”.
Discursos e intervenciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba
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