Ángel Rodríguez Álvarez
Servicio Especial de la AIN
El reciente triunfo electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, abre la posibilidad histórica de poner fin a la política afiliada al neoliberalismo, que en las últimas décadas llevó a ese pequeño país a los índices más elevados de pobreza del continente.
No debe olvidarse que en 1932 las masas campesinas e indígenas iniciaron un levantamiento armado, liderado por Farabundo Martí, debido a la situación de hambre y miseria en que se encontraban el cual fue brutalmente reprimido por el régimen burgués-latifundista de Maximiliano Hernández.
En ese conflicto perdieron la vida más de 30 mil salvadoreños, entre ellos, el propio Farabundo Martí, fusilado en febrero de aquel año.
La extrema pobreza en que vivía la inmensa mayoría del pueblo provocó a finales de la década de los 70, se produjera un nuevo estallido revolucionario el cual se convirtió en guerra civil a partir de 1980 tras el asesinato por la reacción del obispo católico Oscar Arnulfo Romero.
El país sufrió entonces una cruenta guerra que duró más de 12 años y condujo a los acuerdos de paz, conocidos como de Chapultepec. En ese conflicto murieron o fueron desaparecidas más de 75 mil personas, en su mayoría por la represión.
Se destacan las miserables condiciones de vida de las masas, en que el 37 por ciento de la población urbana y el 43 de la rural viven por debajo de niveles de pobreza extrema, y buena parte de los salvadoreños dependen de las remesas enviadas desde Estados Unidos a donde se han visto obligados a emigrar decenas de miles de ciudadanos.
Luego de los acuerdos de paz, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional se transformó en partido político, convirtiéndose en una de las dos fuerzas principales del pequeño país centroamericano.
La situación económica es sumamente crítica, existiendo una grave reducción del consumo interno y la acentuada ruina de los pequeños y medianos empresarios.
Con esta inobjetable victoria del Frente el pasado domingo en los comicios legislativos y municipales, a escasos dos meses de las elecciones presidenciales de marzo, se abren fundadas esperanzas en las masas, pues significa el inicio del fin de la hegemonía política del derechista partido ARENA, responsable principal de la situación económica por la cual atraviesa el país y confirma una tendencia en concordancia con las políticas en marcha en América Latina.
Esta victoria popular convierte al Frente en la primera fuerza política del país. Resulta antesala que debe iniciar el tránsito, luego de 188 largos años después de la independencia, por una senda democrática y sentará las bases para el desarrollo independiente, aunque no sin lucha, pues la oligarquía es sumamente fuerte, cuenta con recursos y, sobre todo, con el respaldo de Estados Unidos.
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