Obama llega, Cuba sigue
Rolando Sarmiento Ricart
Camagüey, 20 ene. En el centro de una severa y galopante crisis financiera mundial, Barack Obama, primer presidente negro de los Estados Unidos –número 44 de la historia presidencial-, tomó posesión de la Casa Blanca hoy 20 de enero, durante una suntuosa ceremonia valorada en 170 millones de dólares y un dispositivo de seguridad de más de 42 mil policías.
Las expectativas de los estadounidenses son disímiles: los pobres, cada vez más desposeídos, miran en el reflejo del plato hogareño vacío como se tambalea sobre sus cabezas la espada de de Damocles del hambre y el desempleo y aunque nada tienen que perder, depositan sus esperanzas en el nuevo mandatario que ha ofrecido villas y castillas antes de tomar las riendas de un desbocado caballo apocalíptico.
Los ricos, cada vez más millonarios, confían en que todo seguirá igual, entre emboscadas y escaramuzas de las bolsas bursátiles, sedientas de papeles verdes para subsistir, mientras las guerras allende al hemisferio occidental, les promete negocios armamentísticos y ganancias seguros en la reconstrucción de las ciudades arrasadas por los misiles USA, que los medios propagandísticos absolutos traducen en efervescencia patriotera contra niños, mujeres, ancianos…civiles “terroristas”.
La historia política liderada por los tradicionales partidos Republicanos y Demócratas, limó las mínimas diferencias electoreras que apenas distinguían las preferencias exteriores y domésticas, y hoy todos comen en la misma mesa de gobierno, en tanto más de 11 millones de ciudadanos estadounidenses permanecen sin trabajo, equivalente a carecer de seguro médico y a tener un pie dentro de la casa alquilada y otro en la calle, amén de los cientos de miles de inmigrantes desempleados y perseguidos a la intemperie.
El panorama para los pobres de los Estados Unidos es incierto, pero continúan las refriegas guerreristas en Iraq y Afganistán y se mantienen vigentes las amenazas contra otros lugares oscuros que no están con el imperio, que poco podrá cambiar un presidente porque es una política ancestral de un sistema capitalista sustentado en las cañoneras, el dólar, la zanahoria y el garrote.
En Cuba, sólo el trabajo, la elevación de la productividad y el ahorro constantes evitarán que la crisis económica sea más cruenta, a pesar de los altos precios de los alimentos, de los insumos importados y de los bajos costos de las exportaciones; lo que no podrá el azote financiero mundial es evitar que la Revolución socialista continúe adelante y se mantengan las conquistas gratuitas de la Educación, la Salud, la práctica de los deportes… sin hambre, desempleo, drogas, ni desaparecidos.
Obama llega, Cuba continúa adelante…la vida sigue igual, pero en tiempo de unidad latinoamericana y caribeña.
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