Tuesday, February 23, 2010

Cumbre de la Unidad: Lo que puede nacer y lo que puede morir en Cancún

Enviada especial de Cubadebate

Quintana Roo, México.- Con la firma de la Declaracion de Cancún, acta de nacimiento de una organizacion que esperó 200 años para aproximar el sueño de integracion de los proceres de America Latina y el Caribe, debe concluir hoy sus trabajos la Cumbre de la Unidad que durante dos días reunió a 25 jefes de estado y otros altos funcionarios de 32 países de la región en un lujoso balneario del sudeste mexicano en la llamada Riviera Maya a unos 60 kilómetros de Cancún.

Con más de 400 periodistas acreditados pero ubicados en un hotel vecino desde el que solo se ha podido acceder en directo a los discursos inaugurales -de la ministerial y de la Cumbre- las fotos oficiales y las versiones de quienes acceden a entrevistas breves, poco se sabe de lo que ha ocurrido a puertas cerradas, salvo que se aprobaron varias declaraciones: una a favor de la recuperación de Haití con énfasis en la defensa de su institucionalidad, otra contra el bloqueo a Cuba y alguna más en apoyo a las reivindicaciones argentinas sobre las Malvinas, sin olvidar el cambio climatico y la crisis económica.

Se trata, sin dudas, de temas capitales para la época y para la región. Y tratarlos en la confianza del intercambio privado no parece un capricho de los organizadores, más bien respondería a un sentido de la trascendencia de lo que se dirime para una región donde los imperios han jugado siempre la carta del “divide y vencerás”, presionando a quienes les deben para que vayan en contra de quienes abiertamente les adversan.

Diferendos tan profundos y recientes como los que abrió la instalación de bases militares en Colombia o el golpe militar en Honduras, reflotaban en las dudas detrás de los declarados consensos a favor de la unidad. No faltó quien alentara el escarceo y el rumor sobre los desentendimientos posibles. La falta de información sobre lo sustancial llegó a ser superada por la maledicencia de un altercado verbal entre Chávez y Uribe. Fue entonces cuando los anfitriones salieron a buscar a la prensa para anunciar la creación de un “Grupo de amigos” -Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Jamaica, México y República Dominicana- para superar las diferencias. Poco después llegaban las declaraciones conciliatorias del líder bolivariano: “No es posible pensar en una guerra entre los pueblos hermanos, más de las que ya hemos tenido. Nosotros ponemos toda la buena fe del mundo para relajar las tensiones…”

Al cierre de la primera jornada de la Cumbre, los consensos volvían a reanimarse y en los corrillos periodísticos se cruzaban las interrogantes sobre quiénes no querrían el éxito de esta cita.

Aunque todos evitan hablar de la OEA, la nueva organización, unión o comunidad, que se ha gestado aquí por mandato de la anterior Cumbre de CALC y el Grupo de Río, podría ser también el acta de defunción de la organización hemisférica, cuya supeditación a Washington la ha sumido en el más absoluto descrédito desde su surgimiento hasta nuestros días y no solo por su indigno papel en la conspiración para aislar a Cuba tras el triunfo de la Revolución, sino también por su apoyo a las dictaduras militares latinoamericanas, la vista gorda o la inoperancia frente a los golpes de estado -en Chile ayer como en Honduras hoy- y la incapacidad para defender la soberanía regional ante amenazas imperiales como nos lo recuerda el reactivado capítulo de las Malvinas argentinas.

Lo que se acuerde hoy, llámese como se llame, podría ser, por fin, el espacio propio de los pueblos iguales, sin la presencia arrogante del país que ha actuado siempre en plan de Mandamás con escaso o ningún respeto por las otras naciones del hemisferio y sin otra que, más al norte, ha servido al vecino poderoso con artes más sutiles pero no menos dañinas.

Si este 23 de febrero llegara a concretarse el sueño que tantos latinoamericanos y caribeños animaron con su sangre, por encima de las discrepancias que sus adversarios alimentan azuzando las peleas entre hermanos; si como ya se acordó, la Caracas de Bolívar sera en 2011 la cuna de lo Nuevo que nace para unir lo que jamás debió separarse, anoten esta fecha. No exageraron sus convocantes al inagurar la cita: Latinoamérica y el Caribe quizás está comenzando a hacer su historia.

Sería por fin el tiempo que nos adelantó José Martí en su premonitorio ensayo “Nuestra América”: “¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”. Así sea.

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