Saturday, November 8, 2008

Obama el socialista


En todas las cuestiones fundamentales Obama y McCain están cortados por el mismo patrón. Ninguno de ellos representa una ruptura fundamental con el capitalismo, un sistema basado en la explotación de la clase obrera por parte de la clase capitalista.

Su única diferencia real reside en qué es lo mejor para salvar el sistema capitalista. El mensaje de Obama de "podemos creer en el cambio" resonó en millones de norteamericanos cansados de la guerra, que se enfrentan al desahucio, la bancarrota y el desempleo, y que no pueden aceptar la idea de que "mejor es imposible".

Ha tenido que atacar la codicia de Wall Street (al menos en palabras), criticar la forma en que Bush maneja la guerra de Iraq y Afganistán, o criticar el "status quo" de Washington.
McCain hizo exactamente lo mismo, pero desde un ángulo ligeramente diferente. Es significativo que este tipo de cosas más concretas hayan ocupado el centro del debate, comparado con las pasadas elecciones cuando cuestiones como el aborto, el control de armas, el matrimonio entre homosexuales y el "terrorismo" en abstracto fueron los temas principales de la discusión.

Sin embargo, el partido de McCain era considerado por muchos como el responsable de la crisis económica y desde el principio se enfrentó a una lucha cuesta arriba para superar el legado que tenía. Su edad y su estrambótica puesta en escena no le ayudaban tampoco. Como tampoco le fue útil su elección de vicepresidente. Así que recurrió a un viejo truco de la política norteamericana, acusa a su contrincante de socialista o comunista. Hace unos años esta táctica habría tenido cierto éxito, incluso un efecto decisivo.

Así que resulta revelador que en el contexto de creciente crisis económica, la palabra "socialismo" de nuevo haya entrado en la corriente principal. Incluso más significativo que esta táctica de McCain no perjudicase en nada a Obama. La mayoría de las personas se reían. Por un lado entendían que la propia palabra "socialismo" ya no tiene las mismas connotaciones "malignas" que hace años. Obama ha dejado claro que no es socialista.

Sus planes de sanidad, educación y económicos no tienen nada que ver con el genuino socialismo. A lo largo de su campaña ha apelado continuamente a la ubicua "clase media", apenas mencionó a los trabajadores y, prácticamente, ignoró a los pobres. Él mismo respondió a los ataques de McCain de la siguiente manera:
"Ahora, como sabe que sus teorías económicas no funcionan, pasado estos últimos días llamándome de todas las formas. Al final me llamó socialista porque no quería repetir los recortes de impuestos a los ricos y así finalmente proporcionar algo de alivio a la clase media. No sé qué será lo próximo. Al final de la semana me acusará de ser un comunista secreto porque compartí mis juguetes en la guardería. Compartí mi mantequilla de cacahuete y mi sándwich de gelatina".
Dejando a un lado el chiste, el único "socialismo" que Obama apoya es el "socialismo de Wall Street". A pesar de su promesa de aumentar los impuestos al 5 por ciento más rico de los norteamericanos, la ayuda de 700.000 millones de dólares es un caso de "socialismo al revés", un masivo regalo a los ricos que lo tendrá que pagar la clase obrera más tarde, bien con impuestos más altos, o a través de los recortes de nuestra calidad de vida. Los estadounidenses estarán cada vez más abiertos a la idea del genuino socialismo. Esto tiene implicaciones importantes para el futuro.

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