Comandante Juan Almeida Bosque..., Presente!
Armiche Padrón Suárez | República Bolivariana de Venezuela | 14-9-2009 a las 17:09 | 69 lecturas
Célebres, y siempre vigentes las palabras de Karl Marx cuando en 1869 dijo “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado.” Este septiembre del 2009 nuevamente los revolucionarios del mundo recordamos la figura, pequeña en tamaño, pero inmensa en su estatura histórica y moral, de quien se inmoló resistiendo el embate feroz del fascismo latinoamericano. Con su asesinato, se abrían las puertas del infierno burgués para miles de chilenos y chilenas que sembraron las alamedas con su roja sangre y su esperanza atragantada en la feroz represión.
La primera victoria por la vía electoral con pretendidas intenciones de construir el Socialismo, caía asesinada en el centro mismo del espíritu revolucionario que desde Chile se irradiaba por todo el mundo con la Revolución Cubana como ejemplo moral a seguir.
36 años nos separan de aquella gesta de los revolucionarios chilenos, a quienes simplemente podemos ofrecer nuestra siembra de seguir en el combate por el Socialismo y garantizar la cosecha definitiva en toda América Latina.
Hoy, en la República Bolivariana de Venezuela seguimos, al igual que en tiempos de la Unidad Popular, la senda de construir un socialismo en paz y por la vía democrática. Nuestro Presidente a afirmado varias veces ya, que la diferencia entre la Venezuela bolivariana y la experiencia de Allende radica en que ...”esta es una Revolución pacífica pero no desarmada” en clara alusión al apoyo que la Fuerza Armada Nacional le brinda al proceso de cambios en nuestro país.
Al margen, y no mucho, de acontecimientos en los cuales componentes de la FAN han demostrado una abierta capacidad de represión contra el movimiento obrero venezolano, parece importante continuar la cita de Marx en el celebérrimo 18 Brumario cuando advertía ...”La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”. Que la formalidad poética no deje de advertir la cofradía de verdades que tras esta líneas se agolpan para, peligrosamente, acechar la experiencia bolivariana.
Un poco más cerca en la Historia, Lenin razonaba en 1918 en Las tareas inmediatas del Poder Soviético “Es necesario saber encontrar en cada momento el eslabón particular al cual hay que aferrarse con todas las fuerzas para sujetar toda la cadena y preparar sólidamente al paso al eslabón siguiente” . ello sirve para adentrarse en lo que entendemos como el elemento -o al menos uno de los más importantes- que unen el carácter de la situación chilena y el de la venezolana.
Partimos de que ambas experiencias lograron, en medio de una crisis del sistema burgués de representación y dominación, nacer y moldearse al calor de una lucha de clases y una relativa desarticulación del aparato del Estado. El problema fue, y es desgraciadamente, que los parámetros de gestión y de evaluación gubernamental no podían, ni son, los derivados de la construcción del socialismo, sino de la conquista del poder político.
Incluso el Presidente Chávez, montado en el avión presidencial a su partida de Trípoli, aceptó el hecho de que aun estamos lejos del Socialismo en Venezuela.
Asumir este criterio, y actuar en consonancia garantiza mayor solidez a la experiencia política venezolana, que la compra de instrumentos militares para la defensa que no garantizan mas que un ejercicio de distracción para los “muchachos” del Comando Sur y sus testaferros.
El hecho cierto de que la lucha de clases, el planteamiento estratégico de la construcción del Socialismo y el embate imperialista contra nuestra experiencia planteen tareas revolucionarias, no quiere decir que deben obviarse las tareas democrático-burguesas inherentes al proceso de transición que se aperturó en Venezuela recientemente. Lo acertado está, como decía Lenin, en resolver las tareas centrales del momento (unas de carácter revolucionario y otras de carácter demoburgués) para reconstruir las alamedas que en Chile fueron apartadas de los sueños liberadores a punta de fuego y metralla.
De los muchos elementos a considerar, advirtamos al menos uno importante: el carácter de la alianza de clases.
·Carácter de la Alianza de Clases.
Al igual que la llamada <
Ya hemos advertido en otros trabajos, que esta visión de “ocupación” progresiva del aparato de Estado -inundar los ministerios, institutos, empresas públicas, gobernaciones y alcaldías de “revolucionarios”- es una concepción históricamente arraigada en el hipotálamo de los socialdemócratas. Igualmente, desde los tiempos de la Asamblea Constituyente, se advierten <
Expresiones concretas de cómo se maneja el problema de la alianza de clases se expresan en el “Discurso de la Unidad” dado por el Presidente Chávez el 15 de diciembre del 2006 y en el cual explícitamente negó la propuesta de los comunistas de conformar un Frente Amplio Antiimperialista, decantándose por la construcción del Partido Socialista. Este paso reforzó inmediatamente la discusión entre Capitalismo de Estado o socialismo. ¿Por qué? Simplemente se sentenció, con la creación del Partido Socialista la preponderancia que, a partir del 2006 asume la pequeñaburguesía dentro de un proceso, alejando al proletariado y los demás sectores trabajadores del epicentro de la alianza.
Mientras Lenin planteaba que la toma del poder es una tarea que atañe al proletariado esencialmente, y que la atracción de la pequeñaburguesía es un problema de la revolución victoriosa; tanto en la <
Ello se expresa: 1) en las consecutivas fallas en torno a la creación del Poder Popular -aún cuando se enfoque erróneamente en términos territoriales y no clasistas-: ni los Círculos Bolivarianos, ni los Consejos Comunales ni, mucho menos las Comunas, terminan consolidando una experiencia concreta (nacional) del Poder Popular; 2) el pánico a consolidar una Nueva Ley Orgánica del Trabajo que surja del debate en el seno de las fábricas y demás centros de producción; 3) el progresivo atrofiamiento de las instancias del poder (regional y local) incapaces de dar respuestas mínimas al cúmulo de expresiones de la Deuda Social.
La pequeñaburguesía venezolana se logra desarrollar y fortalecer esencialmente, y al igual que la burguesía, al calor del poder del Estado desde finales de la década del 30 en el S.XX. Basta con advertir las nóminas de los aparatos del Estado para entender este elemento. Por tanto, es fácil deducir que entre la IV y la V República ella logra mantener, en términos generales, la posición conquistada históricamente, sin que ello implique su desprendimiento de clase -ni en cuanto incorporación a la burguesía, pero tampoco en cuanto a su incorporación al los sectores obreros-. Por el contrario logra, esencialmente a partir de la creación del Partido Socialista, mantener una relación de clase a clase con la burguesía que se formaliza a través de instrumentos históricamente empleados: la “democracia parlamentaria”, la expansión y monopolio de los cargos públicos y la garantía de movilidad vertical mediante el mantenimiento del sistema educativo.
El peligro estriba (para el caso chileno desgraciadamente más que peligro fue una definición) en que en el momento que las tareas revolucionarias, socialistas y proletarias han de consolidarse para avanzar en el proceso de la toma del poder, esta pequeñaburguesía asume dos actitudes. La primera. Comienza a desvirtuar el planteamiento estratégico desde el monopolio que detenta en la estructura burocrática del Estado como garantía que las clases trabajadoras asuman posiciones de poder. Las constantes fallas en el sistema de distribución alimentaria, la progresiva ineficiencia de los servicios públicos, el constante empantanamiento de instrumentos legales abiertamente populares por ejemplo, encuentran en la pequeñaburguesía socialista un elemento común.
La segunda actitud. Cuando el gobierno asume posiciones como las derivadas contra el monopolio de los medios de comunicación privados y la naciente Ley Orgánica de Educación -aun cuando en ninguno de los dos casos estamos refiriéndonos a medidas de corte “soviético”- la pequeñaburguesía socialista asume su debilitamiento dentro del proceso, dentro de la alianza e, inmediatamente, se advierte un crecimiento dentro de los sectores contrarrevolucionarios.
Planteamos pues, que el problema de sustentar las <
Replantear el momento histórico que vivimos como un momento de liberación nacional, fortalecer el carácter orgánico y la presencia política de los obreros y demás capas trabajadoras y dotar al proceso político de una dirección colectiva realmente expresiva de la alianza necesaria y obligada de esta hora son tareas inmediatas del movimiento revolucionario venezolano. No hacerlo es permitir que la pequeñaburguesía negocie con la derecha el retorno al modelo tradicional-populista o, en el peor de los casos, que tome el camino abierto de la constitución de un orden fascistoide. En ambos casos, la pequeñaburguesía seguirá cumpliendo su papel..., la clase obrera vería su misión postergada y el Socialismo retornaría al mito diabólico en el cual la socialdemocracia y el socialcristianismo lo llevaron.
Como decía en 1917 Lenin, “somos marxistas, partidarios de la lucha proletaria clasista contra la embriaguez pequeñoburguesa” que en nuestro caso se refleja en la pandemia de “arribistas lamesuelas neosocialistas” que cargados de revisionismo y oportunismo limitan las posibilidades del proceso.
El liderazgo del Presidente Chávez debe entender que la dinámica propia del proceso, encierra en estos momentos un "eslabón particular" al cual debemos atender con prioridad. Depurar el proceso de elementos oportunistas, reoxigenarlo con los mejores cuadros de la clase obrera y reimpulsar la alianza antimperialista le dará a las masas populares la oportunidad de construir, realmente, su destino socialista.
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