El reformismo político es amnesia social. Estamos frente a un gobierno que es una verdadera estafa!
Nos quieren llevar a la amnesia porque promueven que olvidemos los oprobios del pasado, como las violaciones de los derechos humanos. Promueven que olvidemos que hay un modelo de capitalismo neoliberal que impera. Quieren que olvidemos que cada día tenemos necesidades inmediatas, económicas, políticas, sociales y culturales, y que sólo luchando pueden resolverse. Quieren que olvidemos que es posible luchar por emancipaciones contra la opresión, represión y otras formas de dominación y autoritarismo, discriminación, racismo y exclusión.
La intención del reformismo es también de largo alcance:
1 Pretenden que olvidemos que el capitalismo es el mal de todos los días, de todos los problemas inmediatos, y que es un sistema injusto que se basa en la explotación del hombre por el hombre. Los apologistas del capitalismo quieren que olvidemos que sólo la erradicación de ese sistema termina con la explotación y permite completar las emancipaciones.
2 Pretenden que olvidemos que el imperialismo es la forma superior del capitalismo que es el enemigo de la humanidad, de la soberanía, la paz y el progreso de los pueblos. El capitalismo es un sistema en desarrollo constante que moderniza las formas de explotación intensiva y extensiva. Es decir, que el capitalismo es internacional, es global, no respeta soberanías. ¿Cuál es la alternativa de los pueblos para defender su autodeterminación, soberanía y existencia? Resistir y vencer al imperialismo, usando todas las formas y medios de lucha. Los pueblos no provocan, no buscan, no desafían al imperialismo; es éste el que provoca, ofende, amenaza, humilla, invade y ocupa a los pueblos.
3 Pretenden que olvidemos que el estado burgués es el instrumento principal de dominación del capitalismo y que su transformación en estado socialista pasa por los cambios de las estructuras sociales y económicas del sistema capitalista.
4 Pretenden que olvidemos que el sistema capitalista incluye estructuras económicas, políticas, sociales, ideológicas y culturales, sin cuya transformación profunda no hay solución de los problemas fundamentales de un país.
Eso y más quiere el reformismo político, que olvidemos, pero “el olvido está lleno de memoria”, como dice Benedetti.
La memoria
La transformación del estado burgués a estado socialista implica la transformación del sistema capitalista; pero, al mismo tiempo, la transformación del sistema necesita la transformación del estado. El gobierno no es el poder, ni todo el estado; pero su voluntad política puede contribuir a crear las condiciones favorables o desfavorables al sistema y/o al estado.
Los cambios revolucionarios del sistema no ocurren por generación espontánea, de la noche a la mañana, quemando etapas por deseo, sino como parte de un proceso. Un gobierno que es reaccionario no puede de repente convertirse en progresista; de la misma manera, un gobierno progresista no puede convertirse, por decreto, en revolucionario. El punto es que un gobierno progresista no es suficiente para las necesidades inmediatas y fundamentales de las grandes mayorías.
Un gobierno revolucionario implica un partido revolucionario, una estrategia y una táctica revolucionarias, un programa revolucionario y una formación integral revolucionaria.
Un gobierno progresista y honesto podría impulsar cambios democráticos y populares que, con rumbo cierto, pueden ser condiciones favorables para impulsar cambios más profundos de carácter socialista. Son dos partes de un todo. La primera, de liberación social hacia o para el socialismo; y la segunda, de liberación socialista. La primera es la condición de la segunda; pero la segunda es el rumbo, el norte y la razón revolucionaria profunda de la primera.
La amnesia colectiva
Cuando a fines de los 80s y principios de los 90s el socialismo se desplomó –por causas propias y por ajenas intervenciones, de generales conocidas-, las fuerzas revolucionarias cayeron en posiciones de reversa y defensivas. A la inversa, el capitalismo arrogante y prepotente, sus ideólogos y sus plumíferos difundieron la idea de que después del capitalismo neoliberal no había más, no había historia, e insuflaron el mundo de los intelectuales con el pesimismo posmodernista que negaba el pasado, dudaba del presente y ofrecía incertidumbre en el futuro.
La defensiva y retraimiento de las fuerzas revolucionarias, por un lado, y la ofensiva ideológica, económica y política del capitalismo, por el otro, conforman lo que en el lenguaje clásico marxista se llama “reflujo”. Es el contexto de condiciones favorables para la imposición brutal del modelo capitalista neoliberal y de la ofensiva imperialista salvaje a nivel global. Con el capitalismo neoliberal, las corporaciones arrasan los recursos y patrimonios del Tercer Mundo. e imponen medidas de “saneamiento fiscal” que dejan sin trabajo a millones de empleados; quitan las restricciones a los precios de los servicios telefónico, eléctrico, de agua, etc. con lo que el costo de la vida se eleva aún más; prohíben la sindicalización y organización de los trabajadores; abren las puertas a Walmart y otros gigantes; arruinan la agricultura y a los pequeños y medianos propietarios.
El impacto económico y social de las medidas neoliberales, expandió y agudizó la miseria, proletarizó y empobreció a las capas medias. El impacto ecológico es catastrofico. Además, el neoliberalismo abusó y asaltó salvajemente la soberanía de los países, incluido en los acuerdos de libre mercado, multi o bilateral. Por supuesto, los burgueses de cada país, que se asociaron con las voraces corporaciones, se regocijan porque se benefician de tales tratados, y la “clase política”, lisonjera y servil, se corrompe con las comisiones.
La catástrofe social del neoliberalismo ha sido suficientemente documentada. Resultó ser una estafa el argumento central de que la neoliberalización traería la recuperación económica. Esta mentira sólo fue y es creída por los economistas del modelo neoliberal y por los políticos reformistas y entreguistas. La otra estafa es el viejo argumento de que el estado es un mal administrador; argumento que, desafortunadamente, encuentra ejemplos de deficiencia y corrupción en muchas partes. Con ese pretexto despojaron a los países de los recursos estratégicos como las comunicaciones, la energía eléctrica, gas y petróleo, agua potable y fluvial, bosques, minerales. Sin embargo, el estado como tal fue instrumental para la implantación de ese modelo y el despojo. Los gobiernos entreguistas y lacayos que administraron y todavía administran los estados burgueses, jugaron y juegan todavía su vergonzoso papel de mercaderes e intermediaros de la entrega del patrimonio y de los bienes.
El modelo neoliberal continúa imperando en el mundo. Además, es fundamental recordar que pese a la grave crisis del capitalismo, éste continúa vivo ¡Tiene muchos años de experiencia para adaptarse, modernizarse y salir de las crisis cíclicas! Y en los lugares donde se acabó como sistema, sucedió que fue erradicado con acciones políticas, económicas, militares, sociales, ideológicas y culturales de los pueblos.
La ofensiva imperialista
La globalización neoliberal y la amenaza, intervención y ocupación de fuerzas imperialistas, encabezadas por los Estados Unidos en los 90s y la primera década del siglo XXI, tienen sus antecedentes ideológicos, económicos y políticos en la década de los 80s. Por ejemplo, las intervenciones en Afganistán, la guerra contra Nicaragua, la intervención y ocupación de Grenada en Octubre de 1983, y el financiamiento, entrenamiento y armamentización de los gobiernos tiránicos de Guatemala y El Salvador para detener la insurgencia respectiva.
Es decir que en los 80s, el imperialismo estadounidense se prepara para las ofensivas que desatará en las dos décadas siguientes: la guerra para destruir a Yugoslavia (1993, 1997); intervención y ocupación de Panamá (Dic. 1989); la guerra del Golfo (enero 1990); cerco de Rusia, tanto en Europa como en Asia, comprando la sumisión de lacayos; intervención y ocupación de Afganistán (Octubre del 2001); intervención y ocupación de Irak (marzo 2003). Guerras “preventivas”, con o sin aprobación de las naciones Unidas; despliegue y uso de armas mortíferas; propaganda que inventa armas de destrucción masiva, demoniza a los lideres y gobiernos que no quieren arrodillarse; anuncia las agresiones y detalla con morbosidad las masacres de los pueblos; secuestro, tortura y confinamiento de personas, sin derecho a defensa; continuación del embargo contra Cuba, captura de sus héroes, asedio e intromisión descarada promoviendo traidores.
Las diferencias, los estilos de administración de demócratas y republicanos, tiende a sobrestimarse, distrayendo la atención del carácter imperialista de los Estados Unidos. Por ejemplo, la administración demócrata de Carter dio los primeros pasos de lo que sería la intervención abierta de la administración republicana de Reagan en Afganistán, Grenada, Nicaragua y Centroamérica. El republicano Bush invadió Panamá y desató la guerra del golfo. La administración demócrata de Clinton destruyó Yugoslavia y, con esto, afirmó la presencia y hegemonía de Estados Unidos en el corazón de Europa; cercó Rusia en Europa y Asia, bombardeó Sudan y Afganistán. Y, además, su gran obra: justificó, expandió y consolidó el neoliberalismo global, que tantos males trajo a los pueblos del mundo. De nuevo, la administración republicana de Bush hijo invadió Afganistán e Irak, secuestró ciudadanos de diferentes nacionalidades, los torturó y los confinó, sin defensa jurídica.
Actualmente, la administración Obama con sus politicas, actos y omisiones no es, esencialmente, menos imperialista: anunció el retiro de Irak, pero para trasladar las tropas a Afganistán, escalando la intervención de tropas; bombardeó Pakistán, y asesinó a centenares de pakistaníes con los aviones a control remoto, sin ningún remordimiento; amenaza a Irán. Obama, como los presidentes que le antecedieron, sigue protegiendo a Israel y los crímenes contra Palestina continúan. Con respecto a Cuba, ¿cuál es el cambio fundamental?
Que el poder de Obama sea relativo, que el Pentágono, las trasnacionales y el lobby judío son el verdadero poder, pues, es cierto, pero desde los intereses de los pueblos que ya son victimas o pueden serlo de las amenazas, humillación, intervención y ocupación, cuál es la diferencia esencial? Rechazamos la amnesia abierta que enmascara al imperio para olvidar al enemigo de la humanidad que nos asedia. Quieren que no lo combatamos, por eso las palabras del servil y abyecto Mauricio Funes, cuando expresó que los EEUU no eran los culpables de nuestros problemas.
La amnesia ha querido borrar de la memoria de los pueblos que el neoliberalismo no ha sido tumbado, que el capitalismo, en crisis, sigue intacto; que el imperialismo continúa sus ofensivas.
Son entendibles los gestos diplomáticos de los pueblos hermanos que han hecho la revolución y sus intereses de estado. Esto no debe, sin embargo, afectar la lucha fundamental de los pueblos que sufren su propia realidad, que sueñan con su liberación definitiva, y que impulsan, en consecuencia, acciones liberadoras contra el neoliberalismo, el capitalismo, el imperialismo y toda forma de injusticia.
El presidente Funes es demagogo, servil del imperio, neoliberal consumado y desleal con el partido que lo llevó a la presidencia; le está fallando a los votantes que creyeron en él y en el programa que ofreció.
Sin embargo, es preciso mencionar que la dirigencia del FMLN es tan responsable de esta situación, tanto o más que Funes. La dirigencia del FMLN quería ganar a toda costa (ganar? para qué?). La ausencia de una estrategia revolucionaria de la dirigencia del FMLN se confirma con la presente bancarrota de su estrategia gubernamental y con la crisis silenciada que tiene con sus bases.
Estamos frente a un gobierno que es una estafa. Estamos frente a una cúpula que no es realmente revolucionaria y que es co-responsable de esa estafa. La gente de la cúpula no son inocentes angelitos "engañados" por el pro-imperialista Mauricio Funes. Esa imagen es falsa. Ellos son parte esencial del problema!
El problema es la ausencia de un partido revolucionario, de una estrategia revolucionaria y de una formación integral de valores revolucionarios. El pleito de Mauricio Funes con el FMLN, puede ser preocupante, pero no es el problema esencial.
Es una pérdida de tiempo estar aconsejando a la dirigencia del FMLN para que se porte bien, que aprenda, que se enmiende, que cambie, que escuche a sus bases, que se autocritique y que se enrumbe en el camino olvidado. El problema no es administrativo sino de convicciones; por tanto, los consejos para gobernar bien, son inoficiosos. Además, para que la cúpula del FMLN se reconvierta en revolucionaria, necesitaría de una revolución interna que elimine a los renovadores y a los oportunistas; a los funcionarios que han hecho de sus puestos una forma de ganarse la vida y no una forma de hacer Revolución; a los gangueros y a los conspiradores de encerronas con el enemigo... cosa que no dejaría mucho salvable.
Tomado de Ahora, mes de abril 2010